El día miércoles 7 de abril, a las ocho de la noche, se presentó ante el público político y artístico, la renovación del Museo de Arte de Lima. Dicho evento contó con la presencia del Presidente de la República Alan García Pérez, entre otros invitados.
Resulta que, después de haberse manifestado en un discurso, junto con los coordinadores del evento y las autoridades culturales, Alan García fue quien tuvo el honor, otorgado por los coordinadores del evento, de ser el primero en pintar, con graffiti, la obra «Monumentos Vandalizables III» de José Carlos Martinat el cual representaba distintos edificios de los poderes públicos. Cabe señalar que, luego, distintas personas harían distintos graffitis.
¿Pero qué es lo que puso Garcia como graffiti?… el símbolo de su franquicia política (el APRA), la estrella. O sea, buscó partidarizar, con su expresión, el monumento vandalizable. Algo que personalmente rechazo ya que un presidente no debería utilizar su presencia en instituciones públicas para expresiones partidarias. Eso fue un acto de muy mal gusto y representa la soberbia y el poco tino con el cual gobierna.
Sin embargo, la contracultura existe. Es aquella manifestación que es contestataria, hacia los prepotentes poderes establecidos, y presenta la crítica pertinente del momento… ¡y qué mejor que golpear esa prepotencia partidaria poniéndole LACRA!
«Lacra (según la Real Academia Española):
1. f. Secuela o señal de una enfermedad o achaque.
Tal como podemos constatar, el término n°2 se acerca a lo que es un aprista, como Alan García, que intenta como visio físico y moral, a su vez, copar las instituciones del estado con militantes incapaces que ven el aparato estatal como una agencia de empleo de sus partidarios.
Así es como surge, en la reapertura del MALI, un nuevo héroe anónimo contracultural que representó la expresión, de muchos, sobre lo que piensan del «graffiti» que Alan hizo aprovechando el honor del que tuvo al inaugurar la vandalización de la obra. ¿Y por qué no? un graffiti sobre lo que la mayoría piensa de Alan. Acá, en este blog, lo denominaremos Sprayman para mantener su anonimato (y porque no conosco quien es).
García cree que, por ser presidente, todos le debemos pleitesía y le aplaudimos el desentendimiento que tiene con las necesidades básicas de la gente… pero cabe señalar que, mientras el presidente estaba en el MALI, en esos momentos había una protesta en Chala- Arequipa que trajo 6 muertos (y a la vez debía de gestionar evitar la derogatoria de la ley R.S. 12-2010) y, en Huánuco, un pueblo sufría los estragos posteriores del entierro parcial. Estar de presidente y desentenderse de esos problemas es ser una lacra.
Pero siempre existirá alguien que nos recuerde lo pomposo, lo soberbio, lo pedante y lo frívolo que es este gobierno y Alan García… ¡Viva Sprayman!