El día de ayer el periodista Ángel Páez nos trajo a la memoria que fueron el «binomio maldito» (Fujimori – Montesinos) los que debilitaron a las Fuerzas Armadas ante la compra de aviones por parte del vecino país de Chile. Esto me motiva a dar un testimonio personal sobre el tema de lo que se vio, como vecino de San Borja, algunos gastos y usos que se daban en los recintos militares.
Yo vivo relativamente cerca al “Pentagonito” y recuerdo bien los cables que colgaban cerca de la avenida San Borja Norte (resultaron ser redes de interceptación telefónica), las humaredas en el medio del recinto (siendo esto la quema de cadáveres y documentos) y la cerca que el Ejército ponía en parte de la Avenida Boulevard sobreponiéndose a los derechos ciudadanos. Asimismo, reconozco el mérito de Alberto Tejada en integrar esa parte cerrada en un pasado aprovechando una práctica cultural existente en los sanborjinos como lo es “la caminata alrededor del Pentagonito” (más bien lo critico por otras cosas).
El Centro Naval es un lugar de reunión de una comunidad, que en teoría, esta sirviendo o ha servido al país y está bien que tengan su centro de reunión con sus sitios de recreación, pero recuerdo los “fiestones” que ocurrían dentro de ese recinto (créanme, vivo muy cerca de ese lugar y habían días de semana en los cuales no eran fácil dormir) como también los increíbles que eran los fuegos artificiales utilizados en la Marina para celebrar los Años Nuevos (nada que envidiar a Wong en los 28 de Julio).
Ahora veo este recinto militar medio apagado en sus instalaciones y no hay tantas fiestas en La Marina los días de semana (o puede ser que estén modulando el volúmen). Lo segundo está bien, pero lo primero como que si no es bueno que se demuestre menos operatividad en nuestro Ejército cuando este lugar podría servir para el respaldo inter-comunicacional de agentes militares a lo largo de todo el Perú.
La cosa es que todo eso cuesta y si bien ya no se ve el despilfarro que antes se veía, se necesita contar con un efectivo gasto militar y no usar los recintos militares para banalidades de algunos personajes.
Ahora se le quiere dar un 5% del canon de regalías mineras a las Fuerzas Armadas pero uno no sabe si lo van a gastar para fuegos artificiales o para que el Pentagonito esté operativo. Es por ello mi desconfianza ante ese pedido de Ántero Flores Aráoz más allá que en las FFAA siguen esas prácticas sistemáticas de corrupción. Al final los que están debilitando a las mismas Fuerzas Armadas son algunos integrantes que no miden la economía en esas instituciones y lo peor es que no cuentan con una mínima fiscalización ciudadana con la excusa de que los gastos militares son secreto de estado y por ello reservados.
Aunque les parezca extraño que diga esto, entre sus poses Ollanta Humala tiene razón en algo: hay que condicionar el gasto militar hacia aquellas necesidades que verdaderamente tienen los militares según los contextos en los cuales se encuentran (si, cite a Ollanta pero aún así siempre he creído que es un subdito que quiere hacer del Perú un satélite Chavista y hoy es un buen dia para que su esposa nos lo recuerde en otro blog mas popular). Yo añado que hay que priorizar en aquellos lugares donde haya mayor actividad con un equipamiento adecuado pero también con los militares adecuados y no con muchachos forzados a servirlos a través de la leva.
En vez de pensar cuanto tiene Chile en sus Fuerzas Armadas (lo cual ha sido un gesto desatinado y poco prudente por parte del país del sur también) deberíamos pensar en cuanto tiempo hemos tenido democracia. Ellos han tenido una democracia de ya casi dos décadas mientras que nosotros tenemos una desde hace nueve años y es que son las democracias las que a largo tiempo fortalecen las instituciones y las FFAA no son caso de excepción. Creo también pertinente vernos a nosotros mismos e impulsar la fiscalización entre las instituciones militares y el gasto efectivo que se le debería de dar.
Si no hay garantía de un gasto militar efectivo no puedo estar a favor de que le den más dinero a las FFAA y mucho menos en un país con altos índices de pobreza y en medio de una crisis mundial en la cual no estamos inmunes.
Termino con una frase que me dijo una señora una vez: en todo conflicto los únicos que ganan son los vendedores de armas y no por gusto son los primeros impulsores de conflictos. Es que eso les conviene y no por gusto es el segundo negocio más rentable del mundo (primero es el narcotráfico).