Después de doce años del gran operativo Chavín de Huantar (22 de Abril de 1997), que significó la liberación de los rehenes de la embajada japonesa, quisiera agradecer y felicitar a todos los militares y efectivos policialess que participaron en dicho evento e hicieron su labor. También lamento la muerte del comandante EP Juan Alfonso Valer Sandoval y el teniente EP Raúl Gustavo Jiménez Chávez quienes murieron ejerciendo su labor así como del único rehén que murió el Magistrado Carlos Giusti Acuña. Mención honrosa también a los mineros que excavaron los túneles en los cuales los efectivos del ejército iban a entrar a la embajada de Japón de ese entonces.
Un factor oculto pero importante para que el éxito de dicha operación y que el personal de inteligencia de ese entonces supo aprovechar: El relajo de los emerretistas. El rehén de ese entonces, Samuel Matsuda, informa a Juan Carlos Goicochea (de ombloguismo.com) sobre las irregularidades vistas en el suelo por los terrucos después de romper las alfombras y percatarse de ciertas irregularidades debajo del suelo del primer piso el 6 de Marzo 1997, así como el uso del primer nivel, por parte de los terruños, para jugar su pinchanga mandando a los rehenes al segundo piso.
Pero siguiendo con el tema del túnel tuvimos la suerte de que los terrucos no habían leído el diario La República el 7 de Marzo de 1997. Pudo ser un error tanto del medio como de la inteligencia de ese entonces debido a que el medio debía preguntar sobre dicha operación antes de publicarla y porque los efectivos de dicha operación tuvieron que ser menos visibles. Eso también falla cuando los medios no pueden confiar en las autoridades dictatoriales que había en ese entonces.
Hay que reconocer la labor comunicativa que el comandante y rehén de ese entonces Roberto Fernández tuvo dentro del recinto y cómo se manejó con el beeper, porque mandar y recibir información no es nada sencillo tomando en cuenta la condición de rehén en la que estaba.
Dicha operación pudo ser impecable si no fuera por las matanzas a terroristas ya rendidos tal como lo afirma Hidetaka Ogura respecto a los camaradas “Tito”, “Cynthia” y un desconocido terrorista quien el diplomático no logró identificar. Efectivamente, la necropsia afirma que el camarada “Tito” murió de un disparo, por lo tanto hay probabilidades de que murió extrajudicialmente. Incluso hay una investigación de la Revista Caretas titulada «Que sabe Huaman» informa que ocho de los catorce terroristas recibieron el tiro de gracia. Otro tema que sale a relucir dicha investigación es que las autoridades, en ese momento, intentaron enterrar los cuerpos de estos sujetos de forma clandestina y en una fosa común.
Sin embargo, alguien hirió a Francisco Tudela y mató a Raúl Jimenez y a Juan Valer, por lo tanto en algún sector de la embajada hubo actividad bélica la cual los comandos supieron responder y ese o esos terroristas que se resistían tenían que morir.
El problema es que en la guerra no todo vale (como nos hacen creer que es, sobretodo cuando llevas la representación de la patria bajo el uniforme militar) porque las normas establecen ciertos parámetros de conducta tal como lo establece el Convenio de Ginebra firmado por todos los países integrantes de la ONU. Es aquí que entramos a la paradoja de lo institucional contra el logro de fines (y vaya que fines porque lograron liberar con vida a todos los rehenes con excepción de uno).
Si bien el contralmirante Luis Giampietri siempre quiere jalar agua para su molino desprestigiando a las ONGs y a los Derechos Humanos haciendo de eso un motivo “milico-populista” (aparte que es acusado por el crimen de matanzas extrajudiciales en el Penal «El Frontón» por el año 1986), hay que saber la verdad de los hechos y acusar a aquellos que se fueron más allá de sus obligaciones. En el juicio que se le sigue a las matanzas extrajudiciales del Operativo Chavín de Huantar se encuentran personajes como Nicolás Hermoza Ríos y Vladimiro Montesinos Torres como autores intelectuales y a Roberto Huamán Azcurra y Jesús Zamudio Aliaga como autores legales. Ahora si Luis Giampietri los quiere acoger en su regazo es su problema.
Porque lo más asqueroso que puede ocurrir es esto: la idealización a un terruco asesino como lo fue Néstor Cerpa Cartolini, quien comandó la captura terrorista de la Embajada de Japón (cortesía de Ocram). Como verán en los barrios pobres de Venezuela es un ídolo.
Evitemos ídolos estúpidos de esa calaña como Cerpa Cartolini. ¡Viva el Comando Chavín de Huántar! Saquemos a los infiltrados de ese comando heroico, porque han sido los artífices de todo ese éxito y no otras lacras que nos quieren hacer creer que han hecho todo. Solo así le rendiremos un debido homenaje.
Opina Godoy(desdeeltercerpiso.com), JCG (ombloguismo.com) y Pamela Acosta (La Elite)